Como ocurre con prácticamente la totalidad de los bizcochos y bollos que podemos preparar en casa, en el caso de las magdalenas y muffins (independientemente de que éstas puedan ser dulces o saladas), la conservación adecuada es cuanto menos fundamental.
¿Por qué? Por algo muy sencillo, que casi seguro habrás podido comprobar ya en algún otro momento: tienden a secarse rápidamente desde el primer momento que están al aire libre, como consecuencia de la estructura de la masa.
Una vez han sido horneadas, aunque pueden conservarse bien y sin presentar problemas durante varios días, es necesario almacenarlas o guardarlas en una lata o caja hermética.
Eso sí, si las magdalenas han sido elaboradas con ingredientes determinados (tales como frutas en el caso de las dulces, y verduras, carnes o pescado en el caso de las saladas), no es recomendable conservarlas más allá de 2 días.
tanto las magdalenas como los muffins (al igual que ocurre con los bizcochos, queques y otros bollos) tienden a secarse rápidamente desde el momento en que se encuentran al aire libre, una vez han sido horneadas.
Esto es debido a la estructura de su masa, la cual en contacto con el aire tiende a secarse de manera irremediable.
Además de conservarlas en una lata o caja herméticas, existe un truco básico para conseguir que tengan una apariencia más blanca aunque ya se hayan secado: calentarlas un poco antes de consumirlas.
Para ello, necesitarás por ejemplo ponerlas en la bandeja del horno o en un microondas, y calentar apenas unos segundos. Conseguirás que recobren su frescura, textura y sabor como si hubieran recién salido del horno.